lunes, 21 de julio de 2008

In ludo felicitas est

Jugué a mi primer videojuego a los 9 años. Fue en aquel mamotreto que tenía por ordenador y que mi tío me había regalado, afirmando que aquello “era el futuro”.
Lamentablemente (sobretodo para el bolsillo de mi tío), aquel trasto era absolutamente inútil en manos de un prepuber como yo. Solo servia para hacer un ruido atroz, escribir largos comandos de MS-DOS, y jugar a matar marcianitos con el space invaders.

Recuerdo que aluciné con los ordenadores “modernos” de mis amigos, con aquellos juegazos en 16 colores de los que tanto vacilaban. Los videojuegos parecían llamados a ser una moda divertida, pero poco más. Mirando aquellas pantallas verdes con muñequitos cuadrados haciendo cansinos ruiditos, poco futuro parecía que fuese a tener.

Pero todo cambio el día que descubrí en un bar del barrio el legendario Street Fighter II. Corría el año 91, y los bares se llenaron de maquinas de videojuegos con sus colores chillones y niños aporreando mandos y botones como si les fuese la vida en ello.

En navidades del 92 estalló la moda de las videoconsolas, y muchas familias incluyeron estos aparatos en su vida cotidiana.
Yo no podía ser menos, y le pedí una flamante Master System II a mi padre. En aquel momento me parecía lo más, pero para mi desgracia, mi padre no lo veía igual.
Nunca olvidare su respuesta:
Me salió con que, cuando cumpliese 13 años, empezaría a fijarme en chicas y me olvidaría de los juguetes de niños.
El debió sentirse muy satisfecho de su argumentación, pero a mi no me convenció demasiado.
La prueba mas evidente es, que 15 años después, sigo jugando, a pesar de que efectivamente, pronto me empecé a fijar en las chicas. Solo es cuestión de compaginar.

Y es que existe la percepción, por aquellos a los que no les gustan los videojuegos, de que es una cosa de niños. De que es algo que se debe olvidar al alcanzar la madurez.

Pero esto es un error. Los videojuegos no son simplemente una moda de la que te acabas cansando. Son una forma de entretenimiento mas, como lo es la televisión o escuchar la radio. Es simplemente una alternativa.

Una reciente encuesta estadounidense da cifras como que el 65% de las familias americanas tienen una videoconsola, o que el 40% de los jugadores ya son mujeres, y que de estas, ya hay mayoría de mujeres mayores de 18 años que menores jugando habitualmente a juegos. Esto rompe la imagen que aun tenemos aquí de “juego infantil para chicos”

Esto se debe principalmente a que siguen apareciendo novedades que revolucionan el concepto original, abarcando cada vez más tipos de publico con juegos como Singstar, Buzz, Braintrainnig, Guitar hero o videojuegos donde puedes emular que eres un cirujano, o un cheff de alta cocina.
Nintendo demuestra que sigue buscando sorprender, primero con su revolucionario mando para la Wii, y ahora con un adaptador, con un sensor de inercia, que permitirá, en un futuro proximo, transmitir todos los movimientos del mando en el espacio, al videojuego.

Pero a pesar de todo esto, el hecho es que hace relativamente poco, había empezado a experimentar una extraña sensación de desinterés hacia este tipo de diversión.
Los últimos videojuegos que he tenido, pasaban sin pena ni gloria por mis manos. No me enganchaban o acababa perdiendo el interés demasiado rápido.
Sagas de juegos que años atrás me habían encantado, ahora ni siquiera los terminaba o incluso los abandonaba a los pocos días.

Tal vez fuese la falta de tiempo para jugar, o cierta sensación de repetición, pero no encontraba motivación para seguir jugando.

Hasta que un día, cierto amigo mió, me lió con otra cosa distinta (cierto amigo, con cierta facilidad para liarme con cosas, la verdad).

Me dijo: “Estoy jugando al World of Warcraft… ¿Lo conoces?”

Me recuerda a aquella vez que me dijo: “Estoy coleccionando miniaturas de Warhammer… ¿Lo conoces?”

Los que me conocen saben como acabo aquello……

En cualquier caso lo probé y llego la sorpresa. Me devolvió las ganas de jugar, y se debe principalmente a una revolución que se esta gestando desde hace bastantes años, pero que ha adquirido notoriedad últimamente en el mundo de los videojuegos. Me refiero a los MMORPG.
Los MMORPG se diferencian de los juegos convencionales en que potencian el factor social de los videojuegos.

Son juegos online masivos, lo que significa que compartes el entorno de juego con otros miles de jugadores. Pero no solo lo compartes, sino que te ves obligado a cooperar con ellos para poder superar gran parte de los retos que te proponen.
Es habitual en estos juegos jugar con un grupo de amigos, y a mayor escala, asociarte a hermandades donde grandes cantidades de jugadores que pueden colaborar entre si, comerciar vendiendo lo que otro puede necesitar, o ayudando desinteresadamente a otros, solo por pasar el rato.

Ya sea con tu grupo de amigos habitual o con unos cuantos desconocidos a los que te acabas de encontrar, la dimensión del concepto de “jugar a un videojuego” cambia completamente. Ellos dependen de ti y tu dependes de ellos. Hasta la situación más complicada se vuelve divertida en compañía.

Cuando te desesperas con algo que no puedes superar solo, no es difícil encontrar a alguien que te pueda ayudar. Jugando a solas, lo único que puedes hacer es darte de cabezazos con el mando hasta que lo consigues.

La gente no escatimará en darte consejos o facilitarte las cosas, y es que tarde o temprano ellos te necesitaran a ti.

Cada vez que conectas tu juego convencional, sabes lo que te encontraras… no hay lugar para la sorpresa. Pero en un MMORPG siempre te preguntas a quien te encontraras ese día, si conocerás a alguien interesante, o si algún jugador enemigo habilidoso te pegara la paliza de tu vida…

…Por que ese es otro de lo grandes encantos de estos juegos… el hecho de que, en infinidad de ocasiones, te enfrentaras a otros jugadores, con sus errores humanos, con sus aciertos, con su habilidad… pero sobre todo con su imprevisibilidad.
Y es que la “previsibilidad” es algo que impregna todos y cada uno de los juegos OFFLINE de toda la vida. No hay ni uno solo que consiga simular la mente humana y la prueba son los divertidísimos enfrentamientos “jugador contra jugador” de un juego online, que nunca encontrarás en un juego preprogramado.

Hoy en día hay millones de personas en todo el mundo jugando a este tipo de juegos. El record absoluto lo tiene World of Warcraft, con la asombrosa cifra de más de 10 millones de suscriptores en la actualidad y va en aumento sin necesidad de ninguna campaña mediática.

No se si acabaré cansándome rápidamente, aunque no lo creo. Y cuando ocurra, no dudo que los diseñadores de juegos encontraran una nueva manera de “engancharnos”.

Y yo, desde luego, me alegro de ello.