lunes, 29 de octubre de 2007

La universalidad de la musica

Se cuenta que en cierta ocasión el gobierno ingles invitó a un alto mandatario japonés a su país en un intento por mejorar las relaciones entre ambos países. Una de las actividades que le prepararon al susodicho embajador fue la asistencia a una opera en un importante teatro de Londres. Tras la actuación, se le pregunto al embajador que tal le había parecido la obra. El hombre en un ejercicio de sinceridad confeso que no le había entusiasmado mucho,… vamos, que se había aburrido soberanamente. Sin embargo, si que apuntó que lo mejor de la actuación había sido la parte instrumental del principio, antes de que salieran los cantantes. Los ingleses quedaron estupefactos al comprobar que, efectivamente, la parte a la que hacía referencia el oriental eran los trabajos de afinación de la orquesta.

Esta anécdota absolutamente real viene a representar perfectamente el tema de este post, la universalidad de la música.

Muchas veces habrás oído decir que la música es universal, y es cierto... hasta cierto punto. Ya que parece ser que, aunque todas las culturas tienen en su propia música, no en todas partes se entiende por “música” lo mismo.

Precisamente acerca de esta cuestión, Rowell, define la música (no sin cierta sorna) como “todo aquello a lo que habitualmente llamamos de esa manera".
Y el tío se queda tan ancho.

Parece que el gusto musical, no obstante, es completamente cultural y obedece a la “educación” que reciba nuestro oído.

Los hindúes por ejemplo tienen una escala de 22 notas, frente a las 12 que usan los occidentales (siete notas principales mas bemoles y sostenidos). A esa cantidad de notas tan grande (o incluso mayores en algunos casos) se las llama escalas microtonales, por la poca diferencia entre una nota y la siguiente.

Esto provoca que el occidental que intenta oír música microtonal, experimenta una desagradable sensación de sonidos inconexos y desafinados por falta de entrenamiento en la discriminación entre notas.

Por otro lado, la música occidental ha ido desde hace un par de siglos, migrando hacia la atonalidad, es decir nuestro oído se ha vuelto muy anárquico y libre a la hora de ordenar notas, de forma que un hindú oye nuestra música como una algarabía desordenada de sonidos la cual es incapaz de entender. Ellos son mucho más regulares y predecibles en sus melodías y nosotros mucho menos exigentes en este aspecto, probablemente buscando la originalidad y la novedad en nuestras composiciones frente a la ortodoxia de su cultura.

A modo de ejemplo os doy unos datos que ilustran las diferencias entre culturas:

La clasificación instrumental para los chinos no sigue la división tradicional occidental de instrumento de cuerda, viento y percusión (clasificación dada por como suena el instrumento) sino que se clasifican en: piedra, metal, seda, bambú, madera, cuero, calabaza y tierra (clasificación dada por lo que suena). También resulta sorprendente que las distintas notas estuvieran reservadas a ciertos estatus sociales, siendo las notas altas signo de alto rango y las más graves se reservan a las clases ordinarias.

En Indonesia la música tradicional es el gamelan, interpretada casi exclusivamente por instrumentos de percusión, y es tremendamente disonante respecto a la occidental.

En el Japón más tradicional se da una de la curiosidades más llamativas, por lo visto la voz y la música rara vez suenan a la vez, alternándose una y otra pero no sonando unidas en casi ningún momento.

Pese a esto, si que parece que toda la música procede de la misma raíz prehistórica y que luego el carácter propio de cada cultura dio lugar a una evolución singular en cada caso; habiéndose encontrado instrumentos musicales ya como tales en el paleolítico.

El sentido común dicta que los primeros instrumentos deberían haber sido de percusión por su sencillez, sin embargo, en realidad la flauta y el arco (primeros instrumentos de viento y cuerda respectivamente) son anteriores al tambor que no aparecería hasta el neolítico. Curioso, ¿no?

 

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